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Ya son tres años de estar en contacto con un mamífero muy simpático, la liebre de Tehuantepec (Lepus flavigularis). Esta liebre es muy parecida a la norteña de cola negra (L. californicus), pero a diferencia de ésta, la de Tehuantepec tiene dos franjas negras en la nuca y posee una garganta amarillenta, de ahí su nombre científico. Este animal es muy nervioso, descansa la mayor parte del día oculta entre las espigas de pastos y bajo nopales, mientras que se alimenta y socializa durante toda la noche y madrugada; los machos se aparean con un promedio de tres hembras (poliginia) y las hembras producen dos camadas al año, cada una con 2 crías.
Si bien este mamífero no es de gran tamaño ni ha sido promocionado como una especie carismática para ser candidata a la conservación de todo un ecosistema, tal y como lo son otras especies de fauna como el águila real, el jaguar o el perrito llanero, la liebre de Tehuantepec es una de las especies de liebres en mayor peligro de extinción, y no sólo eso, esta liebre convive con una gran cantidad de fauna, desde zorras grises, armadillos, tlacuaches, pasando por las boas, víboras chirrioneras, víboras sordas, hasta aves como los alcaravanes, orioles, urracas y aves marinas como las fragatas, espátulas, pelícanos y garzas.
Este lepórido es endémico del sur de Oaxaca y es la especie de liebre con distribución más sureña. Juega un papel ecológico muy importante en las áreas de pastizal alrededor de las lagunas Inferior y Sueperior del Istmo de Tehuantepec, ya que es parte integral de las redes tróficas y es muy probable que su presencia dé estructura a la composición vegetal del pastizal.
Pero además de ser importante en su ecosistema, la liebre es importante desde el punto de vista económico, puesto que históricamente esta especie, junto con armadillos, iguanas, tortugas, etc., ha sido cazada para autoconsumo y venta local en comunidades indígenas zapotecas y huaves.
Las culturas zapoteca y huave viven en armonía con su medio, pero el incremento poblacional, la situación económica de extrema pobreza, la apertura e introducción de la cultura occidental, de medios de comunicación masiva como la televisión, han transformado la visión que estas culturas tienen de sus recursos naturales, cambiando poco a poco sus chozas de palma por casas de cemento, y adquiriendo "necesidades" superfluas (como todos nosotros), lo que a su vez ha afectado la supervivencia de distintas especies de flora y fauna, tales como la liebre de Tehuantepec.
No obstante, habitantes y autoridades locales de comunidades como Santa María del Mar, Municipio Juchitán, y Montecillo Santa Cruz, Municipio San Francisco del Mar, están concientes del inminente peligro que suponen para la supervivencia de la liebre, las malas prácticas ganaderas y agrícolas en conjunto con la caza desmesurada. Autoridades locales vigilan a los cazadores, pero aún así, se requiere de la ayuda de todos nosotros para difundir la importancia de planes de conservación y de manejo integral de la liebre, su hábitat y las actividades productivas de los habitantes de estas comunidades, de tal forma que se logre preservar a esta especie al mismo tiempo que se mejora la calidad de vida de zapotecas y huaves.
Esta fotografía fue tomada en Santa María del Mar, Oaxaca, comunidad huave pesquera; la imágen permiten observar a un macho oculto tras pastos, siempre con la mirada fija en el fotógrafo. Fotografía: T. Rioja, 2007
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